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Actualizado: 27/03/2024
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Ciriego, un cementerio por descubrir

Ciriego, un cementerio por descubrir

Vía: Ana del Castillo / Diario Montañes

Seguro que en vida fue un tipo divertido o por lo menos con sentido del humor. En su tumba, donde en lugar de frío mármol de lápida hay una fotografía a color, el epitafio dice: ‘Traedme las zapatillas que me voy andando’.

El centenario cementerio de Ciriego, (municipio de Santander) uno de los más bonitos de España, con unas vistas espectaculares al mar, tiene multitud de curiosidades a lo largo de sus 180.000 metros cuadrados. Una cruz griega ordena entre calles y manzanas los 30.146 nichos y más de 2.000 panteones y mausoleos. “De esta manera, si se necesitaba ampliar el espacio para más inhumaciones se podría hacer en los brazos del este y oeste, como ha ido ocurriendo”, explica Patricia Gómez, responsable de patrimonio y catalogación de Ciriego.

La evolución que experimentan las ciudades de los vivos se refleja en la ciudad de los muertos, y la arquitectura vanguardista se emplea también para los panteones, caso del que ha levantado la familia Malo Mateo: “Es un panteón ‘vela’, de tendencia cúbica y lineal, al igual que vemos fuera en edificios y casas”, explica María Bolado, directora del cementerio.

En el cementerio de la capital cántabra hay aproximadamente 158.000 inhumados. Entre calles, esculturas, y mausoleos se esconden historias, homenajes y tradiciones ancestrales. También miles de cruces, acompañadas algunas, por ángeles que dulcifican la transición, y otras por dos tibias y una calavera, como canta Sabina, símbolos de la muerte.

En la manzana 20 se encuentra el monumento funerario Cabo Machichaco que conmemora la memoria de las víctimas del personal de la Compañía Trasatlántica que fallecieron en la explosión. No muy lejos, el peculiar panteón subterráneo de la familia naviera Pando, con una escultura, un banco de piedra y una parcela sobre la que reposa una plataforma con anillas. Muy cerca, en la manzana 11, se encuentra el sepulcro donde yacían los restos de Marcelino Menéndez Pelayo, que ahora descansan en la Catedral de Santander.

Unos pasos más al sur se puede leer una cita esculpida en piedra de Juan Ramón Jiménez: “Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando”. El relieve está grabado, por obra de Jesús Otero, sobre la nichería de la Familia Casanueva de mediados de los años 70. Hacia el este de la cruz se encuentra una obra excepcional en honor al aviador Salvador Hedilla, director de la fábrica de Aeroplanos Civil de Cataluña y víctima de un accidente de aviación. En la parte superior de la obra funeraria una avioneta sobrevuela el globo terráqueo que corona su tumba aludiendo a su carrera profesional.

Cementerio civil
Los últimos trabajos de inventariado y catalogación rescataron dos sepulturas excepcionales. Por un lado, la de Dolores Villanueva de Acuña, madre de la escritora y pensadora Rosario de Acuña, que estaba con la lápida fragmentada por un arbusto. Los operarios de Ciriego lograron reconstruirla, y como resultado quedó una “bellísima lápida presidida con un pensamiento, un poema de Rosario a su madre”, explica Gómez. Al descubrir esta sepultura se llevó a cabo un trabajo de documentación que arrojó una anécdota: “Fue la propia Rosario de Acuña la que dejó claro que quería comprar la propiedad de al lado de Augusto González de Linares, que en su origen se encontraba allí, en el cementerio civil”.

La segunda sorpresa llegó de la mano del escritor José Estrañi. “En unos mapas a mano alzada de sacerdotes encontramos el nombre de Estrañi y nos pusimos a buscar”, dice Patricia. Y lo encontraron: “El zócalo estaba derruido y la lápida desaparecida. Poco a poco sacamos una bella inscripción del Ayuntamiento al periodista”. Con el descubrimiento asomó otra curiosidad: “El día que falleció, los albañiles estaban en huelga, pero cuando se enteraron de la muerte no dudaron en venir a la lapidación”. Y otro dato más: “Estrañi era muy amigo de Benito Pérez Galdós y es curioso que falleció una semana después que él”.

Manzanas de general
El metro cuadrado de suelo santo en Ciriego tiene un precio de 2.900 euros. En las ‘manzanas de general’, se encuentran las sepulturas de alquiler por 10 años para familias con pocos recursos -o muchos-, porque basta con ver algunas de las tumbas para percibir el cariño y amor con el que los seres queridos de los fallecidos les han dicho adiós. Palés pintados, flores y cercos de madera que hacen aún más sentida la despedida.

Entre las infinitas curiosidades de Ciriego se encuentra también la escultura yacente de una niña que falleció y su padre la quiso esculpir. Pegado a la talla, se encuentra otra figura con la firma alemana Volker, “una empresa alemana de fundición que usaba esa figura. Hay una igual en Oporto. Es una pena, nunca han venido a verlo”, dicen Gómez y Bolado.

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