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Actualizado: 27/03/2024
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Los jóvenes cambian los hábitos y ahora se imponen los cementerios virtuales

Los jóvenes cambian los hábitos y ahora se imponen los cementerios virtuales

Vía: Neuquén

“Los jóvenes ya no vienen”. Así describieron semanas atrás desde el cementerio porteño del barrio de la Chacarita en la ciudad de Bueno Aires, (Argentina) la tendencia cada vez más creciente a las cremaciones en desmedro de los entierros. En el lugar más emblemático del país, las sepulturas bajaron un 11% y las cremaciones -por el contrario- aumentaron un 17 por ciento. En total, las cremaciones ya rozan allí uno de cada dos casos. Además, la mitad de las bóvedas están abandonadas, sin mantención ni tampoco alguien que las reclame.

Este cambio sociocultural que parece instalado en la sociedad argentina encuentra en la tecnología una herramienta que colabora (o impulsa) una tendencia a modificar pautas culturales que llevan años establecidas (la Iglesia aceptó la cremación en la década del 60).

Desde hace un tiempo, la red social más importante del mundo -Facebook- comenzó a observar un fenómeno: los perfiles de las personas muertas eran visitados casi diariamente por sus familiares y amigos para compartir vivencias y hasta enviar mensajes al difunto.

Sin herramientas aportadas por la red social, la propia necesidad de los usuarios convirtió esos espacios en sentidas despedidas virtuales. Poco tiempo atrás, la empresa de Zuckerberg decidió empezar a permitir que los usuarios puedan elegir a una persona como su “contacto de legado”, para que sea quien administre la cuenta en el caso de su muerte.

El fenómeno es todavía más amplio y, tras el atentado a las Torres Gemelas en 2001, comenzaron a multiplicarse en la web los denominados “cementerios virtuales”. “Compartir con familiares y amigos nuestras memorias es uno de los más importantes tesoros”, reza la leyenda de Memory Of y Mem, aunque podría resumir la esencia de todos.

Tras la guerra en Afganistán e Irak, los estadounidenses se volcaron a esta opción, especialmente a través de Legacy, una página web que tiene una sección especial para los militares caídos en esos escenarios lejanos.

De todos modos, el primer cementerio virtual del mundo es argentino y se llama Paz Eterna. Fue creado en 1999 “para brindar un servicio a familiares y amigos de fallecidos sin distinción de credos y religiones”, indica la presentación. También funciona en nuestro país el cementerio virtual El Adiós, que ofrece la posibilidad de contratar ofrendas virtuales. En la mayoría de los sitios se pueden dejar flores, encender velas o dejar condolencias virtuales, además de homenajear al difunto con fotos, videos y anécdotas y participar de un foro en el que cada usuario habilitado puede expresar lo que siente.

El servicio QR de las lápidas inteligentes
La tecnología también logró inmiscuirse en los entierros. El primer caso de “lápidas inteligentes” se registró en el Cementerio Israelita de Uruguay el año pasado. En Argentina, un cementerio privado de González Catán (Gran Buenos Aires) ofrece con éxito este servicio, que permite a la familia del difunto agregar información como fotos y videos para recordarlo, y a quien se acerque a la tumba, acceder a los datos a través del celular inteligente.

El sistema utiliza un código de barras especial conocido popularmente como QR. Al ser escaneado por el teléfono, lleva al usuario al lugar donde se ubican los recuerdos de esa persona. En Uruguay, incluso se agregó la posibilidad de conocer la ubicación exacta de la parcela.

Al otro lado del mundo, en Japón, una funeraria ofrece un servicio muy similar al de los cementerios virtuales, aunque la persona fallecida haya sido enterrada en el cementerio tradicional. Si no puede concurrir, la persona tiene la posibilidad de ver la tumba de su familiar y, a través de distintos clicks, puede agregar flores, regarlas y hasta poner incienso. El servicio también incluye imágenes de los fallecidos y una reseña sobre su personalidad y gustos, entre otros datos. Incluso, a modo de foro, permite a amigos y parientes intercambiar comentarios sobre la persona que ya no está más.

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